miércoles, 9 de marzo de 2011

CITA ABIERTA AL ENIGMA ( 7 ) / Un cuento de José Ignacio Restrepo

LOS OTROS NOMBRES DEL MUERTO (7)
por
José Ignacio Restrepo




EPÍLOGO
Dos años después, la carpintería no ha cambiado mucho. Sí, es más grande, pues han comprado la casa contigua, para instalar el taller de Diseño de Interiores y Cocinas, que atienden otros seis operarios, pero allí siguen Efrén y Samuel, socios en esta empresa de la vida, que los ha acogido desde aquel primer día, paso a paso.
El teléfono que sirvió para completar la comunicación entre los dos, aquella mañana distinta en que el día volvió a ser del color de los anteriores al evento que lo llevó a la cárcel, sigue allí, en la mesita del salón de estar, siendo testigo de la marcha acalorada de las horas en pos de terminar los trabajos artesanos, que le dan el buen nombre al lugar. Ese evento que ahora produce en sus caras una torcida sonrisa, pues su fuente de carentes aguas se secó, como se debe secar todo lo que adolece de verdadero fundamento, tuvo su cierre magnífico no hace mucho, al cerrarse la demanda de Samuel contra el Estado a favor de él: Se le ha indemnizado por cada día que pasó en el Penal, por los daños y perjuicios que le ocasionó este infortunio, a su mujer de entonces y a su hijo, por una suma sin precedente, con tantos ceros a la derecha, que ninguno de los tres tendrá nunca que volverse a preocupar por asunto monetario alguno.
Lucía fue la luz de aquellos días y lo sigue siendo. Su grupo, y ella misma obraron como testigos en el cargo contra el Estado, por no menos de cinco  figuras, que iban contra la Constitución y habían determinado menoscabo en la vida de Samuel y su familia. El muerto realmente no murió esa noche. En su vida profesional como delincuente de una familia del crimen organizado, había tenido muchos alias y en el momento de su fingido deceso había completado el testimonio contra un gran Jefe de la mafia del sur del país, por lo que las autoridades tramaron su propia muerte, de manera casi silenciosa, para sobre ella construir otra persona, en otro lugar, protegida de sus antiguos compinches, muchos de los cuales merced a su testimonio veían los amaneceres desde el suelo angosto de la cárcel. Realmente, eran los días iniciales del programa de protección a los testigos, y no lo habían hecho muy limpiamente, no solo con Samuel sino también con otros ciudadanos. No se revelaron, durante el proceso, los otros nombres del muerto.
La casa de Samuel estaba en construcción. El abuelo y Fabián, estaban supervisando los trabajos del lugar a donde llevarían sus sueños a vivir, una colina con el nombre “Todos los santos”, desde donde podían verse los barrios del norte, los cuales superaba en altura y belleza. Samuel había comprado el sitio, que un día había servido para cerrar el compromiso entre Lucía y él, bajo el fulgor precioso de una luna tres cuartos. Se casarían en la casa, y por eso todos corrían para ver la construcción terminada.

Desde la vista del dormitorio principal, puede verse pero no escucharse el gran movimiento de todos los obreros. Comprometido con su futuro, Samuel ya casi no puede recordar la noche en que todo el cielo se movió y se desdibujaron las estrellas, para que él pudiera con su esfuerzo y paciencia sin límite volver a colocar todo en su sitio, muchos años después. Todos los Santos, que nombre majestuoso el de este sitio, donde acaso también estuvieran escondidos, a salvo, los nombres del hombre que no murió, los nombres que nunca supo ni llegará a saber…
 
JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
• Reservados todos los derechos de autor

2 comentarios:

Europa Prima dijo...

Composiciones que el destino hace y a buen puerto lleva de la mano de ángeles ignorantes de su propia esencia, así como encontró Samuel el suyo en Lucía, lo halló Efrén en Samuel...esperemos que el suyo halle el muerto de los mil nombres... un cuento para contar siempre, felicidades.

JOSÉ IGNACIO RESTREPO dijo...

Que duerman un sueño merecido...Más luego serán elaboradas vestimentas de elemental quehacer, en cuerpos de otros más o menos parecidos, a aquellos cactos que tapan el descascarado barniz de nuestros altos anaqueles....

Publicar un comentario