miércoles, 19 de mayo de 2010

ESTRATEGIA PEDAGOGICA Y PENSAMIENTO COMPLEJO

ESTRATEGIA PEDAGOGICA Y PENSAMIENTO COMPLEJO

En la época en que fuimos alumnos de escuela estas categorías existían pero hacían parte de cuerpos diferentes. Fonología, sintaxis, semántica se estudiaban en cuarto de primaria en lenguaje; la pragmática se estudiaba al llegar a los griegos, en el incurso de los temas filosóficos en quinto de bachillerato, dentro de un profundo clima de retraimiento aburrido, compartido incluso en ocasiones por el mismo profesor. El concepto de inteligencia lingüística nos habría sonado bastante futurista, ya que la palabra inteligencia denotaba simplemente una capacidad, la de inteligir, que es según los cánones entender, y que hasta el momento era una cosa medianamente medible, desde el ámbito de la sicología, con unas pruebas de preguntas y respuestas, que determinaban un índice, un número, y que nadie parecía entender muy bien, ni creerlo, porque en su aplicación que era todos los años, de todas partes se oían risitas. Juan era más inteligente por 3 puntos y Pedro no lo era por 6 con respecto al profesor Bermeo.
Las estrategias pedagógicas surgidas de estas nuevas categorías se han convertido en objeto de estudio, por sus innumerables posibilidades de aplicación y su perímetro filosófico, que detalla universos nuevos y abre campos inmensos de posibilidades de formación para todos. Quien tiene facilidades para la lingüística es tan reconocido como quien manifiesta su sutileza en las bellas artes, y desde allí es tan importante un buen relojero o un rápido electricista, o un buen zapatero. Inteligentes, entonces, somos todos. La avidez hacia diversas aéreas y la consistencia y disciplina en el acercamiento y aplicación a diversos estados o manifestaciones de esa inteligencia, son tópicos que corresponden al campo de la pedagogía, que admite desde su interior que tiene un universo temático compartido con las ciencias sociales y humanas, las cuales han tomado de ella parte del objeto de trabajo para tratarlo en sus propias plataformas: Las ciencias sociales, que continuamente forman pedagogos y los arroja casi sin armas a las aulas, rebaten de tanto en tanto la autoría del principio de educar y explican la dinámica del saber como un asunto de equilibrio entre las clases, a diferencia del derecho, que lo inscribe como algo legal, en su naturaleza.
Como el don que es, la inteligencia de todos brota por los poros. Ya sea manipulando una flauta dulce o un tubito de millo en medio de las cabras, o dando pinceladas de colores sobre un muro vacío, los niños la ven salir casi siempre sin a quien remitirse para que los guie, al contrario de las eventualidades lógico matemáticas, que en sus incidencias problemáticas muchos de nosotros hemos hecho fila para explicarles a ellos y minutos después advertir que no lo teníamos claro cuando fuimos párvulos y tampoco lo tenemos claro ahora. La facilidad de tener un buen profesor, un guía amable y respetuoso, que todos no tuvimos en nuestros inicios, es ahora un bien menos exquisito y más tangible gracias a la clarificación de medios y objetivos, y de los niveles de dificultad y obligaciones, dentro de las estructuras evaluativas, que han perfeccionado sus propias herramientas de acción logrando consolidar mejores programas, mejores maestros y por último, mejores alumnos. Por ello la formación se erige en experiencia curricular, pero también se orienta a suficiencias. Por ello la antigua regencia u observancia vocacional, rígida, fallida y escasamente orientada, es ahora un proceso pleno de atributos en el cual quienes lo recorren, tanto alumnos como maestros, descubren permanentemente nuevas potencialidades en sí mismos, que desconocían tener.
Calcular era antes la mayor manifestación de inteligencia y ser actor de teatro era llevar de por vida el blasón de una vida perdida, una vergüenza para los papás. Nuestro presente está lleno de posibilidades pues esos tristes valores han cambiado, sino en todas partes sí en las suficientes para percibir que el futuro traerá frutos mejores. Hoy es común observar hombres formados dentro de las más disimiles ciencias, que han enfrentado su propia frontera científica muchas veces buscando el nivel más alto de su propio rigor, su verdad, tomando un curso de jardinería o de carpintería en su año sabático, siguiendo las palabras y mirando las manos de algún sencillo sabio, producto de la autoformación, quizá alguien humilde y sin estatus, cuando en épocas todavía no lejanas ello nunca hubiera sido posible. Reunir estas personas, estos saberes ha ocurrido gracias al concurso de una nueva forma de ver la pedagogía, una manera abierta de acercarnos al misterio de la inteligencia.
Y dentro de ese orden, podemos comprender nuestro amor por las prácticas deportivas, y esta gran incursión de las competencias dentro de las comunicaciones actuales. El mundo del video y de la televisión ha elegido los temas de los deportes profesionales como un plataforma, ya no de experimentación dialéctica sino como sitio predilecto de relación formal con los televidentes, con los consumidores, que por un efecto claro de origen cinestesicocorporal, demandan de los medios productos cada vez más nuevos, más detallados pues la destreza, la velocidad, la armonía corporal, la habilidad son ahora valores que todos queremos tener, que todos podemos tener. Y allí, logramos descubrir que nuestra habilidad de parecernos proviene de la lógica de ser nosotros mismos, que ser auténticos no quiere decir siempre ser distintos, y que entendernos con los demás y relacionarnos, parece determinar en donde y como podremos utilizar nuestras herramientas.
La palabra emoción tenía que ver con el llanto de las niñas cuando perdían una muñeca o se peleaban con mamá. Después, adquirió connotación non sanctas al llegar a la adolescencia y relacionar su sentido con el producto del encuentro entre los jóvenes sexos, que empiezan a sentir y no saben contener la Emoción que los nuevos encuentros provocan. La inteligencia emocional comenzó a escucharse como concepto en los consultorios de psicólogos y terapeutas y se relacionaba con cajas de herramientas que se ponían al servicio de aquellas personas que presentaban problemas de apasionamiento, vehemencia, acaloramiento y violencia con sus seres queridos y con las demás personas. Pero ahora, lo que era un concepto se ha erigido en un baluarte del hombre, del ser social, del empleado, del pariente, de todos. Implica un reacomodamiento de ciertas acciones que conllevan el riesgo de perder las comunicaciones, el sentido de la realidad en referencia con el lugar de los otros, por no poseer la habilidad para manejar nuestro humor, para generar empatía y evitar cualquier situación problemática que sea evitable. En todo caso, es difícil pensar que hace veinte años la educación manifestara su paternidad sobre estos procesos y sobre los que vienen a continuación.
Todo comienza con las Estrategias de formación. Nacen de la combinación de factores internos y externos al aprendizaje que determinan los métodos y las técnicas, a los cuales recurrir en la búsqueda de los objetivos. Discutir, investigar, hacer uso del laboratorio, de la sala de cómputo, o salir a redescubrir la ciudad, o conformar un panel dirigido, o hacer parte de un simposio, o exponer un tema por medio de una obra teatral son técnicas que permiten lograr una cantidad determinada de objetivos, dentro de los programas ya diseñados y los que según tu grado vendrán a continuación. Los medios son las herramientas que nos permitirán desarrollar las técnicas, combinar los métodos y cumplir las estrategias de aprendizaje. Los aprendizajes significativos, contrarios a los mecánicos, involucran en el alumno elementos que se relacionan entre sí, creando rutinas y métodos que permiten abrir el camino permanentemente a los nuevos conocimientos: Representaciones, conceptos y proposiciones emergen y se desarrollan significativamente siempre y cuando se combinen con habilidad la oportunidad y el talento pedagógico. Así, asimilar se vuelve una cuestión natural, subordinar exige tener algo previo, poder derivar o correlacionar, supraordinar solo se logra si se piensa con orden en los factores que componen algo, lo cual implica coordinar, combinar y discernir una estrategia de pensamiento compuesto.
De una forma similar se entiende la transferencia, la analogía, la deducción o la inducción como formas que se concretan en la aparición de un sistema de estrategias y técnicas, claramente determinadas dentro de un plan con objetivos dispuestos hacia la simbiosis, con las estructuras que bullen en la mente de todos los que están comprometidos en el evento pedagógico.
Las habilidades entonces, fungen en la dinámica del conocimiento, sin lograr distanciar nunca al que aprende del que guía: el que busca generalizar, ampliar los procesos informativos, se encuentra con el especialista en la revelación de ciertos eventos significativos, que ordinan y ordenan el sistema y determinan las etapas y los objetivos. Las dos miradas se nutren y habilitan, alientan la búsqueda de toda perspectiva posible, se inscriben dentro de la mitología o la precisión. El hombre que aprende derriba los datos falsos, los sistemas falsos, las falsas estrategias. El hombre que aprende descubre el papel de la ética en su vida al concebir en la hechura de cada día, el papel definitivo del saber y el camino hacia los demás, que está determinado por la relación entre lo que se sabe, lo que se enseña y la búsqueda del sentido de la existencia.
Unos cuantos quehaceres del día nos obligaban en aquellos lejanos tiempos de mi infancia, a la reflexión sobre lo que hacíamos: el encuentro en la capilla con el preceptor y el comienzo de la noche, con nuestro padre, cuando nos preguntaba que habíamos hecho durante el día. Ni el uno ni el otro, solicitaban de nosotros una reflexión sobre el ser del conocimiento, el ámbito del proceso de aprendizaje, y quizá eso retrasó angustiosamente este descubrimiento de los métodos, este abrazamiento de la inteligencia como religión del pensamiento, como circunscripción de la verdad, como dinámica de aproximación a la felicidad. Bienvenidos estos encuentros.
JOSE IGNACIO RESTREPO ARBELAEZ
Sociólogo

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