miércoles, 28 de julio de 2010

DEL CUENTO DEL AUTOR / UN AUTOBIOGRAFICO (dos)


CON ALGO DE POLVO EN LOS ZAPATOS(2)
por josé ignacio restrepo

CAPITULO UNO

Sandra Pulecio.  En los veintidós o veinticuatro. Casi enfrente de mí, cuarta columna, sexta hilera normalmente. De jeans y franela, más chaqueta impermeable los días fríos, indicios de que no trabaja en un lugar formal donde sea apreciada por su natural belleza (léase piernas torneadas, que nacen de perfectas caderas, las cuales enmarcan un hermoso vientre plano, que tiene sobre sí un bellísimo par de senos, ni demasiado grandes, ni demasiado pequeños, todo ello respirando en equilibrio permanente, mientras de su rostro al parecer de ascendencia grecolatina, antes que hispana o anglosajona, emerge una sonrisa tranquilizadora, que te dice que no la incomoda que la estés mirando de arriba hasta abajo hace más de cuarenta y cinco segundos) Tal vez por sus ideas, pase su tiempo libre trabajando en una biblioteca-bar, que abundan mucho, o en un Café Literario. Quizá en algún negocio de la familia de su madre, porque por el lado de su padre, que es un rico verdadero, ella no parece encajar. Pero, vaya uno a saber. Su cabello es de veras rubio, como el de Juanita Acosta, veteado, suelto, y su inquilino más frecuente es el viento. Sandra Pulecio, buenas notas, lee muy bien en alta voz, manifiesta en el ribete de una prueba reciente, querer pensar mejor de lo que lo hace. Y hablar un poco más, peguntar más sobre lo que le interesa, desarrollar la auto confianza hasta hacerla una presencia perenne en su cotidianidad, en los objetivos vitales del próximo decenio, inquietud mía que fue señalada en el último examen del semestre pasado, y que no todos los alumnos comentaron. Turgente Sandra, uno de los buenos motivos por estos días para venir aquí a ser un docente tan mal remunerado, una magnífica inquietud que modula en algún talante los temarios del pensum “Perspectivas de la Búsqueda Ontológica del Ser en el Nuevo Milenio”. Les anoto que soy enteramente responsable de los contenidos del ciclo pero en lo absoluto del nombre, que bien podría ser “Nueva Ontología: Mito o Esteticismo”... Sandra se matriculó de cuarta, el primer día en que se ofreció el curso, cuando no existía certeza en cuanto a llenar esta Aula de cuarenta. Y el temario nos tiene trabajando, ahora mismo, en este instante...

-... Sin embargo, para quienes son movidos por el amor al deber, aquellos que han erigido una potestad sobre ellos mismos a la que de alguna forma otorgan un poder que les precede, que es mayor y está fuera de su alcance,  puesto que en ella se origina todo su sentido de vida, la pena por procurarse placer, que se presenta posterior a la culpa como una forma o noción de pecado, produce entonces una especie de doble galardón: Primero, el placer del gozo, como una consecución de la razón con todas sus armas, y en una segunda instancia, o como su consecuencia si se quiere, el trampolín de la culpa, cuyas aquiescencias son manifiestas,  y que hace las veces de módulo  de prueba para la aplicación de estas conductas. El dolor propone la recordación, la nostalgia incesante por el buen camino, el alejamiento de las cosas del placer. Ya en la ruta debida, el buen diablo se asoma por las hendijas de las ventanas, no se rían, sucede así como lo narro, haciendo pequeñas pero elocuentes señas, que terminan guiando a la dualidad conductual hacia un nuevo y promisorio ciclo. Muchas gracias. Preparen para el lunes el trozo de Dostoievski,    ¿recuerdan? Desde esa reflexión nos introduciremos en la Norma y su carácter sicosociológico. Hasta la próxima.

Que cansancio, por dios.

-                     Profesor Miguel...

Era ella, era su voz, la mujer que no me dejaba pensar pero al menos me permitía venir a clase...

-                     Sí... un segundo, ya la atiendo. Esa es la voz de, a ver...

-                     Sandra Pulecio, Profesor Miguel...

-                     Solamente Miguel, Sandra. ¿En que puedo servirte?

Al enfrentar su rostro, a esa distancia tan breve, todos los vehículos del intercambio de La Aguacatala comenzaron a chocar sin control y, extrañamente, los conductores permanecían asidos al volante, como a la espera de una mayor decisión en el vecino de adelante, el de al lado, el de encima...

-                    Tengo un problema, no tiene nada que ver con su materia. Realmente, no creo que nadie, es decir, estoy segura que sólo usted puede ayudarme...

Eso se llama Bingo, mi queridísimo Aristóteles.    (continuará)



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