miércoles, 14 de julio de 2010

ZONA POESIA DEL AUTOR / Voces de tierra

TENTATIVA

Hacia el jazmín de noche los sueños se aproximan
lentos, con sus pisadas de fuego
y desde allí me observan
con las manos tapándose la cara,
acaso llorando por mi prisa,
que enajenadamente la recuerda
para lograr olvidarla,
como si al malgastar sus recuerdos
llegara sorpresivo el olvido.
Y al acercarme yo
a respirar el dulce aroma ajeno,
se me viene todo lo no hecho, contraído en el viento,
y no puedo atinar a cual silencio
coronar con el halo de tristezas que adornan mi faz
y da luz al camino donde mis pies se posan
y de a poco avanzan,
para llegar a alguna hora.



LA HORA ÚLTIMA, LA SIGUIENTE

Como te envío los ruidos de la noche
para que se conviertan en sortijas
que se líen en tus dedos,
signo los pasos del día de mañana,
las escabullidas, los retornos,
las dimisiones, los miedos
y los logros...
Que enigma, Princesa de las Flores,
cómo no hablarle al viento de tu rostro
para que él vaya en tu busca,
aún recelando que se vista de ciego
y al llegar, te recorra de tactos, te libere de ausencias,
te invite a intentar el olvido.
Y a esta hora ¿la última? ¿Quizá la siguiente?
juntando en un rosario huellas
mientras eludo la exigencia el sueño,
el murmullo de las hojas contra el suelo se deja escuchar
y puede ser que las hadas se estén besando las manos
revolviéndose las ropas a fuerza de deseo;
entre tanto, me visitas sin aviso,
yo cierro los ojos y te espero para poder encontrarte.



VERÓNICA INCOMPLETA

Las rojas marcas que están secando al sol
a unos cuantos centímetros del redondel de arena
pintado de blanco que poco narran si narran,
del adiós natural que se había vuelto ceremonia
y que a pesar de todo
él no sabía que era el último,
como ese guiño suyo en el ojo derecho
donde ella vio la noche anterior aquella línea
no por sonreír para las fotos,
no por sus rasgos de carácter
sino por la travesía de los años,
a todas luces, las fotos de cuando tomó la Alternativa
de verdad que se veían amarillas,
empezaba a sentir en la piel aquel grito acomodado
en su cerebro
diciendo que era de acá,
de estos foscos pasillos propietario
rentista de estas pútridas paredes que están vestidas
con mugidos atroces que preguntan por las lejas campiñas
y el aroma de la albahaca en otoño.
Ah! Irreal y permanente la queja del torero que se muere
pegando con su cuerpo a estas paredes,
pasado de mano en mano en la agonía,
su mente preguntándose, mientras la sangre se sale sin remedio,
que lluvia de mañana o de pasado
le lavará a la arena de este ruedo el rojo linaje de su nombre,
preguntándose quien dedicará por su recuerdo
el comienzo incierto de una lidia
la otra,
la siguiente temporada.




NOTICIA DE MUERTE

Entre la maleza roja de ramas quebradizas,
teñidas de un otoño inesperado,
la sangre del soldado Raúl, de cualquier bando,
se derrama sin remedio, mientras
una riqueza está siendo nomenclada,
en unos pocos minutos
su cantidad será cuantificada
desde una máquina lectora que vuela
en el cielo sin aire,
a doscientos kilómetros de altura.
El cuerpo de Raúl,
ese soldado sin clara filiación,
aún no se ha desangrado por completo
y el satélite ya sabe que es allí
donde ha de herirse la tierra
para extraer quince millones de barriles
del mejor crudo del mundo.

JOSE IGNACIO RESTREPO

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