jueves, 22 de julio de 2010

ZONA PEDAGOGIA DE HOY / EN MARCHA

FORMACIóN, TRABAJO  Y  LIBERTAD    EN  LA  PROPUESTA  SALESIANA  DE

RESOCIALIZACIóN DE LOS JóVENES

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Por  Beatriz Helena Herrera Ochoa*

El trayecto desde la capacitación hasta el desarrollo y la autovalidación en aquellos jóvenes con dificultades para la inclusión social, no puede ser medido en  grados  o  años de estudio. En si mismo es el resultado de un largo proceso, de características muy particulares entre los diferentes modelos de aprendizaje. Cada experiencia tiene una construcción metódica y a veces problemática, en la cual insiden múltiples variables, cuya significación al interior de ejes conceptuales y metodologías se ha ido ajustando y mejorando, hasta componer proyectos pedagógicos apropiados para la formación intelectual y social de jóvenes con problemas de acoplamiento en el escenario social.

 

Este escrito pretende connotar algunas categorías que están presentes en la Propuesta Educativa Salesiana, las cuales revelan como un joven puede iniciar su camino hacia la socialización, dentro de un marco normado por el aumento de las capacidades técnicas, el trabajo mancomunado y el descubrimiento de valores comunitarios. Los Ejes de esta reflexión serán, entonces, EDUCACION / TRABAJO, FORMACION / LIBERTAD y, como efecto de estos, se argumentará sobre un capítulo más significativo denominado DESARROLLO/AUTOVALIDACION. Se expondrán algunas otras perspectivas de la mencionada propuesta, relacionándolas en el análisis con  voces que han aportado al tema del Desarrollo Económico como Amartya Sen, al debate sobre la producción y el trabajo como Luz Dinora Vera y Marleny Cardona, y a la cuestión sobre la labor y las formas de trabajo como Hannah Arendt y Karel Kosik. El marco espacio – temporal de este escrito es el presente de nuestra ciudad, profundamente estigmatizado por el desequilibrio social, la pobreza y la cruel disminución de las expectativas, condiciones que muchas veces impiden la gestación de valores sociales en las nuevas generaciones.

 

Estas consideraciones no pretenden establecer aproximaciones frente a las necesidades en la formación juvenil de nuestra ciudad, y mucho menos plantear críticas a los actuales programas administrativos, tanto públicos como privados, que se orientan a satisfacer la necesidad de formación juvenil en poblaciones marginadas. Sin embargo, será inevitable considerar ideas referentes a la libertad, el desarrollo, la pobreza, el trabajo, la moral y conceptos como individuo, familia, comunidad, sociedad, estado, etc. provenientes de varios ensayistas e investigadores, que seguramente tendrán un tono crítico. Si el argumento eventualmente adquiere ese acento, lo hará por la exigencia en la obtención de  los objetivos.

 

 

1. LA EDUCACION PARA EL TRABAJO: UNA  PROPUESTA CON UN     ALTO SENTIDO SOCIAL                                  

 

Como sencillamente lo expone en uno de sus más renombrados textos el Premio Nobel de Economía Amartya Sen, “... sucede que la mejora de las capacidades humanas también tiende a ir acompañada de un aumento de las productividades y del poder para obtener ingresos (...) la mejora de las capacidades contribuye tanto directa como indirectamente a enriquecer la vida del hombre y a conseguir que las privaciones sean un fenómeno más raro y menos grave” (1) En la experiencia de formación técnica cuyo objetivo es la resocialización, esa tendencia o propensión parece sobrevenir mientras se experimenta el acto en sí de aumentar la capacidad o incluso antes, en el momento en que el joven y la joven deciden emprender ese nuevo esfuerzo. Buena parte de los jóvenes que enfrentan el desafío de la capacitación, tienden a aceptar con soltura la transformación que sobreviene a este proceso y empiezan a experimentar con ella, hasta hacer del fomento personal una doctrina de vida. Hay muchos que se refieren al proceso como una realización poco antes inconcebible.

 

El proceso de formación está determinado por las condiciones externas e internas del educando, que se expresan casi siempre en niveles de motivación y en esfuerzo o desánimo por perfeccionar los resultados. En nuestro trabajo afrontamos en muchas ocasiones las mismas circunstancias de vida que las comunidades maltrechas, las cuales han visto crecer a sus hijos en medio de  carencias y  miseria, ante la indolencia del resto de la gente. Los han disciplinado a duras penas y no se extrañan mucho cuando descubren que algunos se han convertido en seres antisociales. El medio ambiente social impone exigencias y los jóvenes no tienen otra forma de sobrevivir más que enfrentándolas de cualquier modo, olvidando como consecuencia que para cambiar el medio debe aumentarse la capacidad de comprensión concerniente al mundo exterior y  referente a uno mismo.

 

Por ello, los nuevos métodos de capacitación popular dejan de estar centrados en la producción de conocimiento y más bien configuran una serie de objetivos escalonados, que hacen del joven su principal misión, convirtiendo el hallazgo del saber en un medio para que él pueda acercarse a sí mismo. Esto revela la distancia frente a la formación común, y determina desde el lenguaje y el trato que han de utilizarse, hasta los marcos conceptuales y el método que tutelarán los procesos de formación.

 

Muchos dudan, sin embargo, sobre la seriedad de los procedimientos y la sinceridad de los propósitos. Perciben elementos pedagógicos vagos, incluso en las herramientas utilizadas para vencer la ausencia de motivación, adquirida en estos jóvenes. Aquí el educador es más que un guía, es un nuevo amigo que acompaña, enarbolando los buenos sentimientos y el deseo de cumplir con una misión, que consiste en salvaguardar a los jóvenes de la pobreza de su propia ignorancia. Y conocimiento, es el argumento para llegar a encontrar la propia riqueza, que ha estado escondida desde siempre en el interior de estos muchachos, despreciados por la lógica de una sociedad que todo lo consume en la búsqueda de una inmediata utilidad.

 

 

 

1.1          EL RECURSO HUMANO INVISIBLE,  HACIéNDOSE VISIBLE                                                                     

 

En nuestra sociedad, grandes grupos humanos únicamente se hacen notorios en virtud de sus grandes demandas. Buena parte de la población carga sobre si el eco de generaciones enteras, que aisladas históricamente solo han conocido el lenguaje de la desesperanza. Este hecho, visto como vergonzoso, lejos de disminuir ha aumentado en las últimas décadas, convirtiéndose en una más de las características que debe sufrir cada persona, cada joven o recién nacido que vive en condiciones de miseria. Todos terminan adaptándose, construyendo conglomerados humanos, vecindarios y ciudades enteras, en grupos al margen de las posibilidades de desarrollo que otros disfrutan de manera natural. Estas posibilidades, tienen una relación directa con la cantidad de libertad existente o poder de agencia que puede llegar a disfrutar un individuo, y que en suma, otorgan a un grupo humano condiciones de vida excelsas y no sólo de supervivencia.

 

En este sentido, la ausencia de perspectivas evidencia un marcado e irreversible deterioro del esquema social. Es decir, la pobreza de unos de cara a la riqueza de otros es producto de relaciones sociales particulares, que en nuestra sociedad remiten al escenario económico, al político, e incluso al cultural. La generación de un círculo vicioso permanente en tal sentido, sugiere, además, la perpetuación de estas condiciones en las estructuras que les han dado origen, demostrando que “La libertad individual es esencialmente un producto social, y existe una relación de doble sentido entre 1) los mecanismos sociales para expandir las libertades individuales y 2) el uso de las libertades individuales no solo para mejorar las vidas respectivas sino también para conseguir que los mecanismos sociales sean mejores y más eficaces. Las concepciones individuales de la justicia y de la propiedad, que influyen en el uso específico que hacen los individuos de sus libertades, dependen, además, de conexiones sociales, especialmente de la formación interactiva de la opinión pública y de la comprensión compartida de los problemas y de las soluciones” (2).

 

Es esta última aseveración, la que determina la importancia de introducir esa gran masa de desposeídos dentro del circuito de expansión de capacidad social, de organización de  ascenso individual y comunitario, que conduce a la multiplicación de poder y agencia social. No hay forma más directa para sustraer a un individuo o a un grupo humano de su imposibilidad para enfrentar la realidad,  que el otorgamiento de capacidad de entendimiento, de conocimiento frente a los hechos exteriores y particulares, lo que equivale a la posibilidad de conocer las cosas, los problemas y las soluciones. Si  este reconocimiento se amplía a la categoría del trabajo, se estará invirtiendo una inercia social de siglos, la cual ha sometido a los hombres por cuenta de su imposibilidad de acceder al conocimiento. Y se estará reconociendo, de paso, que el aumento de la libertad individual,  o si se quiere, la vinculación de los individuos reconocidos como pobres a las esferas del mercado y de la vida social, permite disminuir la presión para satisfacer su petición por necesidades insatisfechas acumulada por muchos años, situándolos en condiciones de responsabilidad.

 

En este sentido, la visibilización de los grupos marginados en cuanto a su derecho de educación, y entre ellos el de los jóvenes señaladamente antisociales o con tendencia a serlo, obedece a esfuerzos direccionados inicialmente hacia la animación, el autoreconocimiento y la autovalidación de su condición  social, gracias a programas de instrucción para el trabajo y esmero en la inserción social. Estos propósitos pretenden conectar a toda una generación de eventuales demandantes, hacia una plataforma de introducción en la sociedad, inicialmente en el plano de la autogestión, con su oferta de resarcimiento para todos. Y su capacidad de trabajo puede responder “al contexto de “la apología ilustrada del lujo” entendida como una filosofía del consumo en las condiciones de la sociedad comercial, que busca…configurar la dimensión sicológica del hombre” a semejanza de la figura del hombre burgués” (3). La prospección de su naciente libertad de agencia, podría orientarse a  la construcción de una base social dentro de estos grupos juveniles, si el marco de los procesos formativos estimula y desarrolla vínculos sociales in situ. De no ser así, puede que la natural predisposición cultural frente al entorno, orientada hace mucho a librar las batallas por separado y a obtener personalmente la remuneración, dé origen a individuos preparados en el nivel técnico laboral con perspectivas de  propietarios, que estarán dispuestos para el consumo pero seguirán incómodos frente a la experiencia de la inserción social.  

 

Nuestro interés es habilitar al joven que se ha convertido en un individuo marginal, incapacitándose en su proyección social, inhabilitándose en su posibilidad de originar vínculos y hacer parte de relaciones, en las cuales pueda compartir planes, esfuerzos y resultados. Desde esa instancia, tenemos en perspectiva transformar el proyecto social, teniendo claro, sin embargo, que la dotación de conocimiento cualquiera que sea su género, determina en los individuos un convencimiento de la posibilidad de libertad para actuar y ser.

 

 

1.2  EL ABANDONO DE LA MARGINACIóN COMO ACTO  DE AMOR        PROPIO

 

Dentro del contexto de la Educación Popular Comunitaria, que pretende el impulso de patrones económicos que mejoren las condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos, con el correspondiente  fortalecimiento de la sociedad completa, el Proyecto Educativo Salesiano ofrece perspectivas congruentes que hacen posible la conquista de aspiraciones a los jóvenes que deciden mejorar su presente y su futuro, en tanto avanzan en su capacitación. En palabras de la Propuesta Educativa Salesiana: “ No es a la sociedad a la que hay que librar de un contagio moral y darle seguridades a costa del muchacho indefenso que llega a caer en la “delincuencia” víctima de la pobreza, del abandono o de la misma explotación  laboral. Ante todo es al joven  al que hay que rescatar del peligro, y acompañarlo en su proceso educativo para que sea un sujeto activo en la lucha contra los factores de riesgo y en el desarrollo y consolidación de su personalidad  y del progreso social” (4). Ello quiere expresar la necesidad impostergable que debe urgir a todos aquellos que educamos, de proveer los medios para permitir la formación de los socialmente desfavorecidos, haciendo de la educación un instrumento eficaz en la búsqueda de equilibrio social.

 

Por ello cada joven que supera los azares de la desocialización, encuentra como utilidad la motivación para superar el problema de la inseguridad, del desarraigo y de la miseria como impulsos para volver a ser antisocial. Formar a un joven cándido, que posee todos los valores hogareños que lo hacen ecuánime frente a los rigores de la tensión social, es toda una responsabilidad. Pero es igualmente un gran compromiso rescatar a los caídos en batalla, los que perdieron la fe y la convicción en su propia fuerza mientras veían a la demás gente pasar ilesa a su lado. En el desarrollo de la simiente, tan importante es la suerte de los unos como la de los otros.

 

En una contravía de siglos, los que han usurpado la prerrogativa de definir quienes y de que manera son sujetos de derechos, han logrado restringir el respeto por las libertades ajenas en beneficio de las propias. La detentación de los bienes ajenos en nombre de la justicia ha ocupado muchas páginas de análisis y de crítica, sin haber logrado que esa abyección mengüe en el escenario histórico. La negación a una educación de calidad que permita a  los más pobres el acceso a fuentes de trabajo, para así satisfacer sus necesidades básicas y  acceder, porque no, a los beneficios del mercado, se constituye en una conducta de sostenimiento a la expropiación ilegal de un derecho moral y social, que ha determinado la marginación y el abandono de generaciones enteras. Se ha convertido en una contradicción histórica, el que hoy, tímidamente, comencemos a reconocer los grandes daños que se han causado en el cuerpo mismo de la sociedad, al mantener esta falta de oportunidades sociales, fundamentándola en la incapacidad de unos frente al predominio de otros. “Las oportunidades sociales se refieren a los  sistemas de educación, sanidad, etc. que tiene la sociedad y que influyen en la libertad fundamental del individuo para vivir mejor. Estos servicios son importantes no sólo para la vida privada (como llevar una vida sana y evitar la morbilidad evitable y la muerte prematura), sino también para participar de las actividades económicas y políticas. Por ejemplo, el analfabetismo puede ser importante obstáculo para participar en actividades económicas en las que la producción ha de ajustarse a unas determinadas especificaciones o que exigen un estricto control de calidad (como ocurre cada vez más con la globalización del comercio). Asimismo, la imposibilidad de leer la prensa o de comunicarse(…) puede impedir la participación política” (5).

 

El Proyecto Educativo Salesiano reconoce estos factores de desequilibrio que afectan al individuo y a la sociedad. Pretende cumplir una misión centrada en la promoción de jóvenes marginados que puedan insertarse con éxito en sus comunidades, y hacer parte de familias benditas en el amor y el trabajo. Busca la recuperación de la dignidad humana brindando acceso al conocimiento, y este proceso casi siempre reintegra jóvenes con alta estimación por si mismos, por los bienes recibidos y por las comunidades que los acogen, pese al tiempo en que fueron antisociales. Ellos comprenden temas como el asunto de la producción de bienes y el gasto desmesurado de los recursos naturales y pueden tomar posición con un criterio propio, lo que corrientemente no hace la mayoría de los jóvenes.

 

Entre tanto, más gente aprende a participar con su respeto y admiración en estos procesos de formación, que día a día confirman las historias de esfuerzo y triunfo que han nacido allí donde sólo hubo negación y miseria.

 

 

2.  LA FORMACIóN EN LIBERTAD, UN PROPóSITO POLíTICO

 

Dentro de los aciertos de la Educación Salesiana son visibles y ampliamente difundidos los objetivos o propósitos de su modelo de formación. En el marco de la construcción de hombres cristianos, se haya fuertemente inscrito el designio de formar jóvenes capaces de discernir en su propia vida, de respetar los valores de la familia y de los demás, como resultado de su proyecto de autosuperación personal.

 

El poder de ejercer la autonomía en la reflexión y en la acción, con  libertad, decisión y crítica en el ejercicio de la independencia y la responsabilidad en la vida social, es una condición que el joven alcanza mediante el acercamiento a su propia situación como miembro de una comunidad, donde él y los demás despiertan todos los días con el deseo de mejorar, de vencer las debilidades que los llevaron tan lejos de las metas que ahora ven posibles de obtener. En el quehacer que impone ese conocimiento de si mismos, la aceptación de lo que los hace dignos y la superación de lo que los hace deleznables, son simplemente actividades hacia la consecución de la autocrítica, como plataforma que soportará en adelante las otras categorías: la relación con los demás y el compromiso social, el desarrollo de la familia y la preparación para el trabajo profesional y el ejercicio de la participación política: “En el contexto contemporáneo, se visualiza el concepto de ser autónomo en alguien plenamente consciente de sus derechos y del ejercicio de ellos con respecto a los demás; que: Cumple con sus deberes individuales y sociales; hace uso de sus libertades con responsabilidad; conoce con claridad sus garantías constitucionales y da cumplimiento a sus obligaciones y compromisos, en su relación consigo mismo, con la familia, con la sociedad, con la naturaleza y con la cultura” (6).

 

Estas preocupaciones llevan a  la mención del modelo de renta que se ejerce en nuestro país. El utilitarismo ha sostenido el sistema económico colombiano desde nuestra independencia como nación. Ante la necesidad de construir una sociedad auténtica, un país donde los individuos  vivan de acuerdo a los derechos constitucionales que han erigido como normas para todos, se necesita la refinación de la cuestión sobre los derechos fundamentales, razón de su emergimiento en muchos discursos y también en este. El modelo utilitarista y el modelo libertario poseen una visión muy diferente del concepto de la justicia, básicamente por el propósito último de ambos: en tanto el primero busca el logro de la utilidad, el placer y la consecución de satisfacción de forma individual, el segundo determina la importancia de estas mismas cosas para el grupo o la sociedad como tales. Ambas vertientes, en la actualidad, funcionan gracias a la información, herramienta necesaria para obtener beneficios en todos los procesos. En un Estado Social de Derecho, es el acceso de los individuos a la información lo que establece la diferencia entre la calidad de sus procesos vitales y su capacidad para generar bienes sociales, características constituyentes de la Renta. La falta de una educación adecuada, determina entonces la existencia de amenazas para el desarrollo del potencial individual, o más aún, compromete las vidas de individuos que se ven expuestos a la mera supervivencia, impedidos de obtener los mínimos niveles de conservación. La sustracción de este derecho fundamental ha originado históricamente en nuestro país un gran desequilibrio social, incapacitando a grandes volúmenes de población y negando una dotación necesaria para la reproducción de una vida digna.

 

La reclamación de educación por parte de los marginados, es entonces un asunto de justicia, un tema central de los Derechos Fundamentales del Hombre, no solamente un apartado en La Carta Constitucional o en el Proyecto Salesiano. La veneración de la libertad individual en tanto camino de reflexión hacia la solución de nuestros problemas sociales, se inicia en el respeto por un pueblo formado, capaz de erigir los Derechos Fundamentales por encima del yugo de la satisfacción. Justicia y Libertad, deben ir tomadas de la mano, alumbrándose, pues caminan en medio de abismos.                                                                                                              

Haciendo eco sobre ello, escribe Amartya Sen: “Dado el papel que deben desempeñar las discusiones y los debates públicos en la formación y la utilización de nuestros valores sociales (relacionados con tesis contrapuestas sobre los diferentes principios y criterios), los derechos humanos básicos y las libertades políticas son indispensables para el surgimiento de  valores sociales. De hecho, la libertad para participar en una evaluación crítica y en el proceso de formación de valores se encuentra entre las libertades más fundamentales de la existencia social. La elección de los valores sociales no puede darse por resuelta meramente con los pronunciamientos de las autoridades que controlan los resortes del poder (…) debemos comprender que está descaminada una cuestión que se formula con frecuencia en la literatura sobre el desarrollo: ¿Contribuyen la democracia y los derechos políticos y humanos básicos a promover el proceso de desarrollo? Más bien, debe afirmarse que la aparición y la consolidación de estos derechos puedan considerarse elementos constitutivos del proceso de desarrollo” (7). El estímulo permanente a la educación de los marginados estaría, entonces, en la agenda central de nuestro Estado de Derecho si no fuera por la consideración desmedida de otras decisiones, que están permanentemente justificadas por razones de autoridad.

 

Así, la libertad de participación se erige como un Derecho de obligatorio cumplimiento. El acceso a la información, a la educación y a la generación de renta individual y capital social son planes centrales en nuestro proceso educativo, y convierte a jóvenes marginados en personas útiles a su comunidad y a nuestro país.

 

 

3. DESARROLLO Y CRECIMIENTO, LAS METAS DE LA  AUTOCRíTICA

 

La obra Salesiana posee un estilo particular y significativo, basado en el logro de parámetros que son evidentes tan pronto se inicia la labor educativa con el joven. Todas estas medidas están dirigidas a fomentar niveles de desarrollo que se realicen frente a los propios ojos del Educando, para originar en él sus propias metas forjadas a partir del Estímulo y la Autocrítica.

 

La aspiración más sublime de cualquier estilo educativo es la creación de unas categorías que se reproduzcan en el medio donde la formación es impartida. La propuesta salesiana es el resultado de la reproducción de valores fundados en la educación hace largo tiempo, los cuales son ahora coherentes con las necesidades de las comunidades y de los individuos, sin dejar su estilo característico nacido del amor ante la carencia del otro. Por ello, la obra educativa es social y popular, y además se define como obra cristiana, ya que afirma los derechos de la familia y de la Iglesia, connotando el hecho de que ambas son unidades constitutivas de nuestra sociedad.

 

Y no podríamos hablar sobre desarrollo en este estilo de formación, si la obra salesiana no centrara su mayor esfuerzo en el joven, ese que ha sido marginado por las circunstancias del presente: “…pone al joven y a la joven en el centro del hecho educativo, los acoge como son y, con criterio preventivo, les ayuda a crecer mediante múltiples propuestas de experiencias positivas de bien y a desarrollar actitudes que les permitan superar los riesgos y las situaciones difíciles,(…) en donde el joven y la joven aprenden a vivir el trabajo como un valor, se capacitan para (…) ser productivos con equidad y descubren el propio proyecto de vida” (8).

 

Esta nueva formación no está propuesta al estilo de la antigua “cultura obrera”, que consolidó la Era Industrial de nuestras ciudades del siglo pasado y despertó un sentido paternal en las clases pudientes, dueñas de la riqueza. Más bien, dispone a los jóvenes y las jóvenes hacia la construcción de un presente nacido de su antigua experiencia marginal, una fuerza común que hace presencia en el barrio, en la iglesia, que es evidente en la recien adquirida habilidad técnica, en la capacidad de participación, de elección y en la construcción de debate. Prepara grupos capaces de responder a las nuevas exigencias del trabajo flexible, que parece ser el escenario en el cual lleguen a utilizar sus capacidades, en virtud de los grandes cambios sociales en la esfera del trabajo: Es posible que estas obligaciones se llamen Informalidad o Subempleo, puesto que “El trabajo se redefine a la luz del modelo de producción, las formas productivas y las tecnologías en las cuales se realiza, que se mueven entre los espacios formales e informales donde un porcentaje muy bajo se encuentra en la relación formal” (9).

 

Pero, no se les envía hacia una razón sin destino sino hacia un mundo cuyas expectativas cambiantes no deben arredrarlos, ni privarlos de la fuerza para luchar por las ventajas o ascensos, de las cuales poco se habla en la prédica social. Si la construcción de un Estado Democrático ha sufrido reiteradamente la deprivación de las mayorías, es  la hora de convocar mediante la Educación a esa gran población, ofreciéndole un mensaje claro que la predisponga naturalmente al trabajo productivo, de la forma que él se presente, y ampliando el escenario de acción, los motivos de participación y el propósito social, en nuestra razón de estar aquí y ahora.

 

En la familia Salesiana existe claridad sobre aquellas razones que producen la pobreza. Tambien estudiamos los motivos por los cuales las personas optan por vivir en la delincuencia. Nos resistimos a creer que no puedan enfrentarse y vencerse mediante la educación, las razones y los efectos de estas conductas humanas que afligen a nuestras comunidades más pobres. Igualmente, con nuestro propósito educativo nos empeñamos en proyectar una imagen que trascienda a todo el cuerpo social y cada que un joven proclama su decisión de pertenencia y respeto por una comunidad, estamos diciendo a toda la ciudad que es posible luchar contra la pobreza, contra la deshonestidad, contra la injusticia social.

 

Por esas razones, todo proyecto económico tambien constituye un proyecto político. Recordemos que la dotación social, el conocimiento nacido de la educación, constituyen por si mismos reglas de revertimiento de la pobreza. Pero, todo esto no quiere decir que un proyecto educativo pueda solucionar mas que el objeto mismo de su esfuerzo, mientras lamentablemente se está en un escenario social donde se multiplican las condiciones de desequilibrio.

 

El desarrollo humano propuesto sobre la base de gestación, incremento y mantenimiento de los Derechos Humanos en ejercicio, a partir del esfuerzo de un grupo de profesionales, es un resultado más completo, en todo caso, que simplemente la preparación de un grupo de jóvenes que por las circunstancias de la vida ha decidido vencer la marginalidad en que se encontraban. La comunidad, que los reconoce como próximos, que ha tenido paciencia con su condición de antisociales, aprecia sus transformaciones y se alegra de recuperarlos. Es la sociedad la que no se ha enterado de que estos jóvenes luchan con gran esfuerzo y despues de un proceso arduamente evaluado, se convierten en muchachos ejemplares.

 

Nuestro proyecto humano es visible en nuestra formación pedagógica, pero tambien es una incógnita, pues solo podrá surgir de la continuidad en las decisiones de cada persona que finalmente cumple con los programas, y se marcha a librar la misión que todos tenemos: la de ser felices pese a las vicisitudes, respetando los derechos de los demás y ejerciendo los que nos pertenecen.

 

Y, no podría ser posible nada de esto sino fuera por la Autocrítica, esa constancia creciente sobre la razón de ser de las cosas y de uno mismo. Mientras se preparan para asumir algún lugar en la aparentemente franca esfera del mundo, los jóvenes son muy dados a señalar con el dedo y a alzar  la voz, dictaminando sobre esto o aquello. Con amor se les previene en abandonar la dureza de los juicios, porque allá afuera las cosas son a otro costo. Ellos están ocupados en olvidar cuanto han sufrido, y suelen relegar los recuerdos que debieran ser siempre el insumo de las nuevas épocas, los días y las noches en los cuales lo que les hemos enseñado no les alcance para comprenderlo todo.                                                              

 

Los jóvenes y las jóvenes que han decidido vivir la socialidad aspiran a hacerlo productivamente. Suelen conversar entre ellos acerca de los cambios que se sucederán en sus vidas, fantaseando, y se moderan cuando se acerca cualquiera de los maestros. Saben, que corren peligro de vivenciar sus sueños en la presencia de alguien con experiencia y sufrimiento reales. Uno no puede más que decirles que las cosas cuestan, que todo momento feliz trae sobre el envés su precio en sufrimiento. Nuestra aspiración es que encuentren la libertad en la búsqueda por días mejores, y los calificamos para el trabajo, porque es un escenario inmejorable para conseguirla.“La libertad no se abre al hombre tras la frontera de la necesidad como una esfera autónoma independiente del trabajo; surge del trabajo como premisa necesaria (…) La actividad humana objetiva, que transforma la naturaleza e inscribe en ella significados, es un proceso único, realizado por necesidad y bajo la presión de una finalidad exterior, pero al mismo tiempo realiza las premisas de la libertad y la libre creación”(10).

 

Terminemos reconociendo la importancia de la esfera de la necesidad, como cociente de este corto debate sobre el trabajo, el desarrollo humano, la libertad y la autocrítica. Allí donde el discurso del maestro parece ofrecer fisuras sustanciales, en cuanto a lo posible de ser o suceder, surge el tema de la satisfacción de la necesidad, palabra en la cual se juntan todos los deberes por cumplir para que otros reconozcan su valor y nos paguen, a su vez, con un beneficio. El trabajo y la necesidad están mutuamente exentos de justificar su presencia histórica, y hoy más que nunca, sacan canas en estas cabezas juveniles, por lo enigmático de su realización y su importancia, para la  consecución de  la libertad. “Las transformaciones de las relaciones capital-trabajo llevan a la flexibilización y desregulación del empleo con implicaciones en la calidad de vida y la seguridad social” (11).

 

Estos son asuntos que en otros espacios han logrado ser profusamente  estudiados y que aquí sólo se consideraron con el fin de construir varios conceptos sociales enmarcados en nuestro tema, los cuales trascienden al tema del enfrentamiento entre los hombres de un mismo país,  permitiéndonos proyectar unas estructuras sociales nuevas, de cara al futuro.                                                                                                            

Nuestros jóvenes harán parte del ejército de constructores que edificarán la sociedad del futuro. Nosotros todavía tenemos la responsabilidad de formarlos para ese difícil trabajo.

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*la autora es maestra en educación de CINDE, Medellín (Colombia)

 

NOTAS

1)    SEN, Amartya, “Desarrollo y Libertad” , Ed. Planeta,  Bogotá, 1.999 Pgs. 119-120

2)    Ibíd, Pg. 49

3)    VALENCIA GUERRERO, Nelcy Yoly, “El trabajo subjetivamente motivado en nuestra sociedad ocupada” en  “Lecturas Clásicas y Actuales del Trabajo” compilado por Juan Carlos Celis, Ediciones E.N.S.   Medellín, 2.003  Pg. 247

4)    PROPUESTA Educativa SALESIANA, Documento de Trabajo. Comisión de Educación de la Familia Salesiana, Segunda Edición, 1.997,  Pg. 22 (Epistemología)

5)    SEN, Amartya,  “Desarrollo y Libertad” Pgs. 58-59

6)    PROPUESTA EDUCATIVA SALESIANA, Pgs. 10-11 (Fundamentos Jurídicos)

7)    SEN, Amartya, “Desarrollo y Libertad” Pg. 344

8)    Propuesta educativa Salesiana, Pg. 15 (Propósitos y políticas)

  9) CARDONA, Marleny y VERA, Luz Dynora, “Modelo de                          producción, mundo del trabajo y cambios en los                                marcos regulatorios…” en “Lecturas Clásicas y                                  Actuales del Trabajo” Pg. 411   

10)KOSIK, Karel, “El hombre y la cosa o la                                         Naturaleza de la Economía” en “Didáctica de lo                              Concreto.  México, Editorial Grijalbo,1.967  Pg. 227

11)CARDONA, Marleny y VERA, Luz Dynora, “Modelo de                      producción, mundo del trabajo…” Pg. 413

 

 

 

 

 

 

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